El descubrimiento realizado por el robot explorador Curiosity es importante porque ayuda a reducir las fuentes probables del gas. En la Tierra, esas fuentes tienen a menudo un origen biológico, desde humedales, arrozales, ganado y otros.
Nadie puede todavía vincular la existencia de vida con el metano de Marte, pero la forma en que cambia a lo largo de las estaciones parece descartar algunas explicaciones geológicas sobre su origen.
«Por primera vez en la historia de las mediciones de metano en Marte, tenemos algo que se puede repetir», dijo Chris Webster, científico de la agencia espacial estadounidense (NASA) que trabaja en Curiosity.
El metano en Marte es un tema fascinante. Este gas es efímero, por lo que el hecho de que persista en el aire del planeta apunta a una fuente constante. Y dado su vínculo con la biología en la Tierra, los científicos deben llegar al fondo de este misterio marciano.
Desde que aterrizó en el cráter Gale, cerca del ecuador del planeta rojo en 2012, Curiosity olfatea el aire en busca de metano.
El robot vio ráfagas donde la concentración aumentó más de siete partes por cada mil millones (ppb, por sus siglas en inglés). En comparación, en la Tierra es de aproximadamente 1.860 ppb.
Pero en los últimos años, el vehículo espacial, de una tonelada de peso, trató de seguir la tendencia general de fondo.
Este es el comportamiento que el doctor Webster y sus colegas dieron a conocer esta semana a través de la revista Science.
Esas mediciones muestran el aumento del metano desde poco más de 0,2ppb en el invierno del hemisferio norte a una fracción por encima de 0,6ppb en el verano. La explicación que da el equipo de la NASA es que el metano se encuentra bajo la superficie, quizás almacenado en el hielo y se libera cuando la superficie se calienta.
Los investigadores no pueden identificar el origen del metano, pero creen que pueden llegar a dilucidar el mecanismo particular que lo produce. Ese proceso involucra la ruptura de la luz solar en moléculas (orgánicas) ricas en carbono que llegaron a la superficie del planeta a través de los meteoritos.
La variación en la luz ultravioleta a lo largo de las estaciones no es lo suficientemente grande para provocar un cambio en la concentración de metano, indica Webster. «Conocemos la intensidad del Sol y este mecanismo debería producir solo un aumento del 20% en el metano durante el verano, pero estamos viendo un incremento por un factor de tres», explica.
Todo esto plantea la pregunta de qué tipo de reservorio subsuperficial provoca la liberación (de metano), ya sea algún proceso geoquímico o actividad microbiana.
También queda la cuestión de si este metano es recién generado o procede dealgún almacenamiento antiguo. Es posible que esa sonda pueda detectar lugares en el planeta donde el gas se emite en cantidades más grandes.
Si ese sitio llega a localizarse, misiones futuras podrían visitarlo con las herramientas analíticas sensibles necesarias para determinar si el CH₄ es del tipo que normalmente se asocia con la vida.
En la Tierra, la biología suele incorporar la forma más ligera del átomo de carbono cuando crea la molécula.
Un segundo estudio publicado en la misma edición de la revista Science describe algunos de los nuevos tipos de moléculas orgánicas que Curiosity encontró dentro de las rocas del cráter Gale.
Como sucede con el metano, los compuestos orgánicos tampoco son un indicador directo de vida, pero la vida no puede existir sin esas moléculas, el ADN y las proteínas son buenos ejemplos.
La historia de los compuestos en Marte es de un enorme interés si la presencia de vida se confirma, aunque solo haya existido en un pasado muy remoto.
Anteriormente, el equipo de Curiosity informó sobre compuestos ricos en carbono muy simples, denominados hidrocarburos clorados debido a la incorporación de átomos de cloro en sus estructuras de carbono-hidrógeno.
Las nuevas moléculas, extraídas de rocas de lodo de tres mil millones de años, son más diversas y más complejas. Incluyen tiofenos, una clase de estructuras que tienen unidos átomos sulfurados. Esto es importante porque el azufre ayuda a su preservación.
Si -como el equipo de investigadores cree- las moléculas que Curiosity encontró son fragmentos de formas mucho mayores, esto es un buen augurio para las misiones futuras que vayan a perforar la superficie del planeta.
Un robot de la ESA se espera que haga eso en 2021.
«ExoMars va a ir a la profundidad: a dos metros de profundidad», explicó la autora principal del artículo publicado en Science, la doctora Jennifer Eigenbrode.
«Eso abre la posibilidad de encontrar rocas que no hayan sido expuestas a ninguna radiación ionizante significativa (degradante) en la superficie».
«ExoMars tiene una oportunidad de descubrir vida. Pero, incluso si no lo hace, el solo hecho de entender cómo funciona la transformación de la materia orgánica en la superficie, y en las profundidades,será enormemente revelador».
www.bbc.com